miércoles, 26 de septiembre de 2012

Nuevos Proyectos

Desde el blog "Resiliencia y Familia" se comunica que la causa de la ausencia de nuevo contenido es debido al trabajo de nuevos proyectos, como una página web que no sólo contará con información sobre resiliencia sino sobre el mundo de la Psicopedagogía. Renovarse o morir, que se dice ;)

jueves, 13 de septiembre de 2012

Una Nueva Vida

Tras una entrada de corte teórico, es el momento de dar paso de nuevo a la reflexión. Acababa "Muerte en Vida" con un canto a la esperanza. A la posibilidad de escalar. Pues bien, como decía, ese momento llega. Claro que llega.

Llega por eliminación o ausencia de la situación traumática, o porque simplemente llega el momento en el que algo cambia dentro de tí, la oscuridad parece hacer amagos de querer despejarse,  y te propones superarla. En ambos casos estás en disposición de, no sólo conocer la resiliencia, sino de vivirla. Pero ése será un largo camino que desde este blog se tratará de iluminar poco a poco.

Por ahora, tenemos que quedarnos con la idea de que tras la tormenta, la calma no llega de inmediato. No reluce el Sol ni contemplamos embobados preciosos arcoiris. Pero las constantes vitales vuelven a aparecer. El bip de tu alma empieza a resonar, aunque sea débilmente. Es el momento de empezar de cero.
 
Es el momento de aprender a andar con los pies de la seguridad. De aprender a moverte con la gracia de la confianza. De mirar con los ojos de la esperanza y de respirar aprendizaje. Todo empieza de nuevo cuando vuelves a la vida. Todo empieza porque despiertas en una nueva vida. Lo mencionaba en la entrada reflexiva anterior a ésta: has conocido lo que hay más allá, y en este punto, es cuando lo abandonas. Pero no regresas a salvo.
 
El vacío tan horrible que se experimenta cuando uno no quiere vivir, o simplemente no crea que deba hacerlo, no desaparece en ese peregrinaje místico. Solo que en el retorno debemos aprender a llenarlo. Lo fundamental de esta etapa es que ahora sí crees que puedas y debas hacerlo.
 
No voy a engañar. Es un camino difícil. De años. Y con recaidas aseguradas, prácticamente. Es cuando cobra aún más importancia si cabe la necesidad absoluta de un entorno saludable que te ayude a eso. Aunque sea la existencia de una única persona la que proporcione ese apoyo sería suficiente. Pero es una ardua tarea que requiere grandísimas dosis de empatía, paciencia, y respeto por el dolor.
 
Por último, me animo a hacer referencia de nuevo a un párrafo del mismo libro de Cyrulnik que refleja a la perfección el sentimiento que hay detrás de cada palabra de este post:
 
"Cuando los niños se apagan porque ya no tienen a nadie a quien querer, cuando un significativo azar les permite encontrar a una persona -basta con una- capaz de hacer que la vida regrese a ellos, no saben ya cómo dejar que su alma se reconforte. Entonces se manifiestan unos comportamientos sorprendentes: corren riesgos exagerados, inventan escenarios para sus ordalías, como si deseasen que la vida les juzgase y lograr de este modo su perdón". Íbidem, pág 22.

jueves, 6 de septiembre de 2012

Muerte en vida

La tranquilidad que produce la muerte real en aquellos que la estiman más de lo que socialmente es aceptado, se traduce en la necesidad de creer en algo que puedan alcanzar. La necesidad de tener un objetivo propio, personal y realizable que no esté condicionado por nada, salvo por la decisión propia. Al fin y al cabo, no hay nada tan propio de cada uno como su vida, en el sentido menos metafórico posible.
 
Cuando vives una vida que no es tal, cuando razón y corazón no son capaces de soportarla al no encontrar nada que sirva de base... te encuentras directamente, cara a cara, con el hilo invisible que une a la vida con la muerte, a la luz y la oscuridad.
 
En entonces cuando te planteas... ¿por qué razón no debería cortarlo? Y miles de imágenes, reales e imaginadas, lo vivido y lo que querrías que hubiera sido, inician un combate a muerte en vida. Desde ese momento, desde que mueres aunque respires, todo lo que te haya llevado a esa situación pierde momentáneamente su sentido, y tu principal enemigo acabas siendo tú mismo.
 
Lo poco que queda de tí lo destruyes, porque estás convencido de que no tienes absolutamente ningún derecho a sentir nada. Que hundirte no es suficiente castigo por existir. Que mereces menos aún. Que tu propia respiración es un beneficio demasiado generoso para lo que mereces...
 
Pero escalar es posible. Difícil. Tremendamente difícil. Pero puedes hacerlo. Escalón a escalón, subiendo y retrocediendo, sí. Pero la disposición de ser capaz de intentar subir el primero, constituye ya el inicio del renacer.
 
Citando a Boris Cyrulnik, de su obra Los Patitos Feos (2001): "cuando uno renace una segunda vez, y surge el oculto tiempo del recordar, entonces el instante fatal se vuelve sagrado." Pág. 22.
 
Es tu punto de partida. Es la base sobre la que pretendes escribir una nueva vida. Has estado más allá. Más de lo que mucha gente estará nunca, y volver a la realidad de la vida que dejaste, convierte esa etapa en simbólica, en mito.
 
Desde ese momento no te conocerás, no sabrás quién eres realmente, pero la sociedad exigirá que mantengas el ritmo que marque como si realmente supieras quién eres. Nadie te esperará, pero debes tener la suficiente inteligencia vital para reservarte tu tiempo de autoconocimiento.
 
"La salida que nos permite revivir, ¿sería entonces un paso, una lenta metamorfosis, un prolongado cambio de identidad? Cuando uno ha estado muerto y ve que la vida regresa, deja de saber quién es. Es preciso descubrirse y ponerse a prueba para probarse que uno tiene derecho a la vida." Íbidem.

lunes, 3 de septiembre de 2012

Más allá...


No siempre se convierten en visibles las consecuencias de las situaciones de presión, tensión o de los ambientes perjudiciales, a las que están sometidas y en los que viven los niños. Pero la dificultad de su apreciación no las convierte en inexistentes.
 
Es una problemática que forma parte del día a día de muchos niños y jóvenes que, por diferentes causas, necesitan que se atiendan esas situaciones y poder así afrontar con seguridad situaciones vitales.
¿Cómo atender lo que se ve? Os preguntareis... Bueno, a veces basta con observar. Mirar lo que otros quieren que veamos de ellos es lo fácil. Vemos lo que muestran, ven lo que mostramos. Sólo aquellos que saben observar, que saben mirar más allá sin flotar tranquilamente en la superficie, son los capaces de conocer lo que ven.
 
 
Es así como realmente se obtienen las pistas que nos pongan sobre aviso de que pueda estar ocurriendo algo. La observación primero, la conexión empática, y la relación personal son nuestras armas para ver lo que a priori no es evidente. Es entonces cuando se debe actuar. Intentar esclarecer el terreno que se pisa y buscar las líneas de acción/intervención adecuadas.
 
Ayudar a potenciar la resiliencia en el antes, durante, y/o después de que esa situación adversa ocurra, puede convertirse en la base futura de cualquier intervención. Potenciar lo que yo denomino fuerza mental. Potenciar la capacidad individual de fortalecerse y rehacerse, de ser capaces de salir adelante por doloroso que sea el camino a andar.
 
No somos marionetas de un guionista que nos lleva y trae a merced de su imaginación caprichosa. Somos seres humanos, racionales y sentimentales. Seres capaces de analizar y entender, de sentir y decidir. Decidir cuál es el camino que le merece la pena seguir.