viernes, 25 de enero de 2013

De mudanza

Hay veces que es necesario cambiar de aires. Cuando se pierde la motivación, hay que encontrar la manera de reactivarla. ¿Mi decisión? Trasladar el blog. Darle otro aspecto, otro aire.. En la búsqueda de la identidad, hay que ir dando pasitos, probar, equivocarse y levantarse aprendiendo. 

Como digo, y aunque mis expectativas cuando realicé el blog nunca fueron de alcanzar éxito sino de compartir y ayudar, se convirtió en un espacio que no me motivaba visitar. Y decidí darle un giro. Podría cambiar de nuevo el aspecto del blog, pero no me parecía suficiente. Y acabé en WordPress. 

Es ahí donde me estoy trasladando. No quería perder los comentarios que algunos de vosotros me dejásteis, ni las visitas, ni seguidores, por supuesto. Investigué si era posible, y parece que sí, pero mediante códigos que sobrepasan mis habilidades informáticas. Por ello, estoy trasladando "a mano" cada entrada. 

Sólo me atrevo a pediros, a los que alguna vez me leéis por aquí, que sigáis haciéndolo en la nueva ubicación. A los que me seguís por aquí, por favor, hacedlo ahí también...Hay opción de seguir, de avisar por mail... La dirección es la siguiente:


Gracias, gracias y gracias, a todos los que alguna vez pasasteis por aquí, ojalá os vea en la nueva dirección :)

martes, 22 de enero de 2013

Disculpas

Hoy justo, y por casualidad, hace dos meses que no escribo nada en el blog. Por ello, disculpas. No sé cuántos me leíais, y aunque sólo hubiera sido una sola persona... disculpas. Y aunque nadie me hubiera leído durante los meses que escribí, me debo unas disculpas a mí misma. A la promesa que me hice cuando decidí  comenzar con esta aventura. 

Siempre me ha gustado escribir. Hay quien me decía que hasta lo hacía bien. Pero con estudios finalizados, con una credencial que llegó a fin... necesitaba tener algo mío. Un sitio en el que poder escribir lo que quisiera, cuando quisiera, sin horarios ni bajo órdenes. Un sitio mío, que albergara espacios que no sólo me ayudaran a mí misma a entender lo que fui y lo que soy, sino que también pudiera ayudar a más gente. A gente que han vivido o viven, en carne propia o cercana, situaciones difíciles, adversas o traumáticas.

El caso es que no sé en qué momento la ilusión con la que empezó este proyecto desapareció. Quizás el feedback sea igual de importante en todo blog, aunque este nazca con el propósito de ser personal, y no convertirse en el más exitoso de la blogosfera. O quizá simplemente necesitaba mi tiempo para recargar las pilas de la ilusión.

Sea como fuere, gracias a los que alguna vez me leyeron. Gracias a los que repitieron. Y disculpas. Mil disculpas, a vosotros, y a mí. Volveré.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

RECAPITULANDO

Hace ya casi dos meses que este proyecto comenzó a tomar vida. Lo hizo como una necesidad personal, no sólo de contar con un espacio propio en el que escribir lo que sentía y cuando lo sentía, sino también como la respuesta a lo que tantas veces me preguntaba: ¿servirá de algo lo que pienso? ¿habrá alguien que se sienta identificado con lo que escribo? ¿alguien a quién podría ayudar?

No sé si es el momento o no, pero necesito hacer autocrítica. Bien, lo positivo es que, al menos, uno de los objetivos sí lo he cumplido: contar con un espacio propio no sólo desde el que compartir, sino desde el que poder aprender :)

Por otra parte, se han añadido nuevas secciones y, teniendo en cuenta que aún es un espacio en crecimiento, creo necesario mencionarlos brevemente y esclarecer así lo que podéis encontrar en cada uno de ellos:

En Principal, simplemente quise hacer una breve presentación, fue el inicio de todo :D

El camino de la superación es, hasta el momento, la pieza central del blog. Ante todo, hay que tener claro que es un blog que parte desde la resiliencia. Y no podemos hablar de un proceso resiliente si no existe un trauma. No hablamos de un momento difícil puntual, de una adversidad, hablamos de trauma. "El camino de la superación" parte de ahí, intentando en cada entrada adentrarse en el interior de una persona que ha sufrido o sufre un trauma. ¿El fin? Que te sientas comprendido e identificado si eres una de ellas, o que entiendas lo que se siente cuando se está en una situación así si no la has sufrido.

Resiliencia, es una sección en la que se irán incluyendo poco a poco entradas de corte más teórico para que conozcáis un poco más todo lo que conlleva y todo lo que hay detrás de este fascinante concepto.

El Programa AYAA, es un programa de elaboración propia que trabaja con familias en torno al concepto de resiliencia. Se trata de establecer encuentros destinados al desarrollo y fomento de guías, técnicas y habilidades que permitan a las familias la toma de conciencia con su papel clave en el desarrollo cognitivo y social-afectivo de sus hijos (de 3 a 12 años) Como proyecto a medio-largo plazo, se encuentra la adaptación de este programa para llevarlo a cabo vía online.

El rincón de los recuerdos no deseados, fue la última incorporación al blog. Se trata de una sección más íntima. De un espacio en el que podéis compartir vuestras experiencias de manera pública, cómo superásteis situaciones traumáticas, o si aún lo estáis haciendo. Pero también existe la posibilidad de contactar conmigo de manera privada. Si sientes que no le puedes contar a nadie lo que te pasa, si necesitas desahogarte... yo te escucharé y ayudaré en todo lo que pueda ;)

Para cualquier cosa, sugerencias, dudas... la sección Contacto te dice cómo hacerlo.

Espero con esta entrada haber ordenado cualquier caos que hubiera podido existir por aquí :)

Y no puedo despedirme sin agradecer a todos aquellos que me seguís, o me habéis comentado y/o leído alguna vez... de corazón, un millón de gracias!!

miércoles, 31 de octubre de 2012

El sentido del problema

No sé si estaréis conmigo, pero yo soy de las que piensan que las cosas se pueden superar, pero no olvidar. Y que además debe ser así precisamente porque la superación supone haber llevado a cabo un proceso de aceptación de la situación. O, al menos, un proceso de significación.

Hay que tener en cuenta que los problemas que nos afectan, las situaciones adversas, no pasan por nosotros como si pasearan tranquilamente por una playa paradisíaca. Sus huellas no desaparecen tan fácilmente al encuentro con el mar.  Sus huellas aspiran más alto. Quieren entrar en nuestro paseo de la fama particular, plasmarse en el cemento, y vivir en nosotros para siempre.

Esto es algo que no se puede cambiar. La huella que el problema, que la adversidad, deja en nosotros, es algo que no podemos borrar. Pero hay algo que sí podemos hacer. Dotarla de un nuevo sentido. ¿Y si en vez de quedarnos en lo horrible que es, la adornamos con una estrella y hacemos de ella un recuerdo soportable?

No es tarea fácil, desde luego. Y mucho tiene que ver con aquello que nuestra familia nos transmite desde que nacemos. En este punto, lo que sabemos del apego cobra de nuevo todo su sentido.(¿Queréis que incluya una entrada sobre esas teorías?) Pero lo fundamental en este punto es tener claro que, si durante nuestros primeros años de vida la actitud de la familia es adecuada, nos ayudarán en la confección de un estilo de comportamiento que nos permita enfrentarnos a las adversidades mediante el uso de nuestra propia fuerza interior.

Los procesos o mecanismos que podemos utilizar para llevar a cabo ese proceso, junto con esa actitud adecuada de la familia, son temas que iremos viendo en las próximas entradas.





martes, 23 de octubre de 2012

La incomodidad social

La importancia de la autoprotección (de la que os hablé en la entrada anterior) en el camino de la superación   del trauma, conecta directamente con el ámbito social. Recordad, finalizábamos el último post preguntándonos cómo encajar de nuevo en el mundo de nuestro entorno cercano tras haberlo abandonado un tiempo. El que sea que hayamos tenido que necesitar para iniciar nuestro regreso.

Apartémonos un momento. Centremos ahora nuestra mirada en aquellos que están a nuestro lado. Durante el tiempo que hemos estado ausentes, ¿qué ha sido de sus vidas? Lo lógico es que algo nos hayan ido contando, sabiendo o no nuestro estado. Lo lógico es que no hayamos sido capaces de interiorizarlo, de empatizar. Recordad que nuestra oscuridad no dejaba entrar la luz.

Cuando uno empieza a recobrar el sentido de la vida (hablamos aún de los inicios), el miedo puede ser un compañero de lo más habitual. El miedo a rehacer o sanar lazos, el miedo a estar a la altura de lo que se supone se espera de nosotros. Es aquí cuando la generosidad de quienes nos quieran recobra todo su sentido. No es momento de exigencias. Es momento de abandonar la incomodidad social.

La moral puede sentirse atacada, removida, cuando estamos ante adversidades terceras. ¿Cómo he de tratarle? ¿Debo hacerlo? ¿Le haré daño si le hablo de tal manera? ¿Sería bueno que le propusiera hacer tal cosa? La sola formulación de estas cuestiones, denotan la preocupación de aquéllos que nos quieren. La "no contestación", incomodidad social. Ésa que actúa de barrera entre nosotros y ellos. La que impide que entre su luz en mi oscuridad, negándome la ayuda que me permita intentar salir.

Familia, pareja, amigos... ¿qué hacer? Controlar la incomodidad en cuanto aparezca. Huir del miedo al trato, de la "evitación". Dar cabida a una propuesta firme de ayuda. De estar ahí.

Decía Coyne que la gente no soporta a los deprimidos o a las personas con estado de ánimo bajo y que, por ello, tiene tendencia a huir de ellos. Puede que tenga razón, al fin y al cabo lo más sencillo es permanecer al lado de quien siempre nos transmite buen humor y con quien sabemos que vamos a divertirnos. Pero, en todo caso, yo añadiría a la opinión de Coyne que no sólo se trata de no soportar. Se trata también de no saber. Y de no saber si serán capaces de soportar las recaídas del ser querido durante su travesía por el camino del dolor.

Únicamente piensa una cosa: hubo una vida antes de la adversidad. Ayúdale a recordarla.